Ayer hojeando en una librería me topé con un catálogo de una exposición del pintor vasco Jesús Mari Lazkano. Se trataba de imágenes de paisajes vascos, de construcciones industriales en desuso en medio de campos vacíos. Las imágenes eran de por sí muy atractivas; su luz, su color, eran evocadoras siendo también muy realistas. El tema es que viéndolas detenidamente llegué a la conclusión de que lo que me llamaba la atención en ellas era en gran medida la particular mirada del autor y el uso magistral de la perspectiva que le acercaba mucho a la imagen fotográfica.
© Jesús Mari Lazkano.
Esto último me hizo volver a pensar en la relación entre pintura y fotografía en la creación artística. Existe la idea de que la fotografía tomó como referente para la composición de imágenes a la pintura y de hecho durante la época del pictorialismo, la fotografía adoptó técnicas que la igualaran a la pintura, sin embargo también es sabido que pintores renacentistas como Leonardo da Vinci y Alberto Durero utilizaron la cámara oscura (precedente de la cámara fotográfica) para sus perspectivas.
Por ello podríamos decir que ámbas disciplinas se han influido sin prevalecer la una sobre la otra y lo que une a ambas es la observación del autor, ya sea pintor o fotógrafo. Cada vez estoy más convencido de que la clave de la creación es la observación. Cuando nuestra mirada observa detenidamente nuestro entorno, lo investiga, lo analiza, es cuando más cerca vamos a estar de conseguir imágenes que nos digan algo porque esa mirada detenida es capaz de captar algo más que un paisaje, entonces será capaz de transmitir un estado de ánimo o de evocar alguna historia.
© Pedro Arroyo. Playa de Vilassar de Mar
Recuerdo que en un taller que dió José Manuel Navia, nos insistió en que cuando visitaramos un lugar lo observaramos detenidamente en lugar de empezar a tomar imágenes, él mismo nos contó una anécdota sobre esta forma de trabajar que tiene. Estuvo prácticamente una tarde sentado en un banco de una plaza observando hasta el punto que una señora de un comercio próximo salió a preguntarle si le sucedía algo. El pasado viernes Aleix Plademunt dió una conferencia en la escuela GrisArt y coincidió en la idea de la observación, su manera de trabajar es documentarse al máximo antes de llegar al lugar para una vez allí observar muy bien todo y tomar una única imagen. También debe contribuir a este hecho el tipo de cámara que utiliza que invita en mayor manera a la observación.
Esta idea puede parecer poco original o muy previsible sin embargo nada más hace falta salir a la calle y darse cuenta del uso tan trivial y poco reflexivo de la fotografía. En la época actual en la que existe una proliferación de imágenes tan masiva es cuando se percibe mejor en las imágenes la dedicación del autor a la observación.
Un ejemplo de esa observación profunda e insistente del entorno podría ser la que tenía el estanquero que aparecía en la película Smoke (1995) basada en un relato de Paul Auster, que fotografió durante 14 años la misma esquina de Brooklyn a las 8 de la mañana de cada día.
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